Por
EBER HUEZO
“Entendiendo
la dialéctica como la técnica de la conversación o argumentación
análoga de contrapuestos en las cosas o en los conceptos, así como
la detección y superación de estos contrapuestos, pienso que en los
políticos salvadoreños aún no han madurado lo suficiente para
entender, dialogar y sacar conclusiones positivas para darle solución
a los problemas económicos y sociales de nuestro país”.
Firma de los Acuerdos de Paz en Chapultepec.México . Foto tomada de Casa Presidencia de El Salvador.www.presidencia.gob.sv/el-salvador-celebra-el-16-de-enero-24-anos-de-los-acuerdos-de-paz/ |
Partiendo
de una realidad en el contexto de los Acuerdos de Paz, un documento
muy importante e histórico que legaliza la participación política
de los diversos sectores y el fin del conflicto armado
entre las fuerzas beligerantes, así como reformas a las instituciones
del estado, pienso que los problemas sociales originales siguen tan
vigentes como a principios de los años 80s, con un poco de ajuste a
la ya previsible violencia provocada por las pandillas.
La
extrema pobreza, aunque superada un poco por las divisas familiares
que a diario se envían desde los Estados Unidos para convertirse en
un respiradero que logra alimentar la economía del país,
a un costo muy alto de sufrimiento, dolor y desintegración
familiar de millares de compatriotas, que día a día emprenden el
viaje de la muerte en su sueño de llegar a los Estados Unidos
huyendo de la pobreza y la violencia en El Salvador.
Seamos
realistas, con los Acuerdos de Paz no se lograron los cambios
sociales ansiados por la clase trabajadora, antes bien, los problemas
se agudizaran con los proyectos de nación de los gobiernos de
derecha al vender las instituciones del estado a empresas
multinacionales para invertirlos en la reconstrucción, pero
más adelante la corrupción rebasando el vaso con el enriquecimiento
ilícito de algunos ex gobernantes de gobiernos de ARENA.
Actualmente
como lo mencionaba alguien “los políticos y los funcionarios
públicos tratan de distraer la atención de los ciudadanos,
sumergiéndose en discusiones bizantinas que nos alejan de la grave
situación por la que pasa el país, y lamentablemente los medios de
comunicación dan la impresión de ser parte de este juego político”.
Los
actores de la firma de los Acuerdos de Paz probablemente arengarán
en sus discursos sobre los beneficios de los mismos, pues éstos
fundamentalmente modificaron las instituciones tales como las Fuerzas
Armadas, creación de la Policía Nacional Civil, modificaciones al
sistema judicial y a la defensa de los Derechos Humanos, modificación
en el sistema electoral y adopción de medidas en el campo económico
y social.
Las
primeras de índole institucional fueron evidentes, pero no así
aquéllas de carácter económico y social. Hace algunos años
entrevisté a un alto funcionario del FMLN quien me explicó que:
“Ellos como ex guerrilla habían luchado en las montañas contra la
represión y para que el país fuera más incluyente, es decir, se
permitiera la participación de las distintas fuerzas políticas, y
que ahora en el gobierno, necesitaban tiempo para implementar un
sistema socialmente justo”.
Es
probable que en esencia el FMLN no haya perdido la brújula de los
cambios que se necesitan implementar en el país para combatir la
extrema pobreza, pero hay que tomar en cuenta que en El Salvador no
se produjo una revolución, sino un “acuerdo de paz” y ese
acuerdo incluye a diversas corrientes de pensamiento -opuestos e
irreconciliables- que deben respetarse.
La
libre empresa debe respetarse y estimularse, porque sin ella
cualquier proyecto económico va al fracaso, pero también esta debe
limitarse de excederse en sus funciones y tomar ventaja para tratar
de influir en las funciones del gobierno. También hay que fortalecer
la institucionalidad del país, porque son las instituciones las que
garantizan la democracia. Entonces queda claro que el diálogo es una
constante para llevar a cabo cualquier proyecto de nación exitosa.
Y
creo que aquí surge el problema por el cual en El Salvador no
hayamos avanzado como quisiéramos; en realidad han habido intentos
por constituir y llevar a cabo un proyecto de nación, pero
desafortunadamente ni los Acuerdos de Paz intermediada por las
Naciones Unidas a logrado que este proyecto cumpla todo su cometido
para llevarlo a buen final que nos garantice la paz con justicia
social.
Por
otro lado, los partidos políticos se suponen representan el
pensamiento y la interpretación de la realidad de los distintos
sectores; la realidad puede ser relativa, pero la verdad es absoluta.
El Salvador no goza de paz por la violencia generada por las
pandillas, que cada día deja luto y dolor en el país, prevalecen
sectores excluidos de la riqueza que se genera, hay altos índices de
desempleo y todos los días cientos de salvadoreños corren hacia el
exterior en busca de oportunidades.
Asimismo,
el país sigue dependiendo de las remesas familiares para mantener a
flote la economía, se ha hecho de la política un negocio y la
corrupción parece no desaparecer en las instituciones.
Hay
una lucha constante que tal parece es un país ingobernable, en donde
las buenas ideas se desechan para hacer prevalecer aquellas que solo
benefician a pequeños sectores privilegiados como siempre del país.
Es
en este ambiente es que hoy conmemoramos los 25 años de los Acuerdos
de Paz, muchos incluyendo miembros del FMLN y dirigentes sindicales,
políticos, religiosos y empresariales, que ven con escepticismo este
acontecimiento que el gobierno celebra con mucha pompa, pero
interiormente no están conformes como no lo estamos todos los
salvadoreños honestos.
Si
bien es cierto, algunos nos sentimos defraudados, y creo que es un
buen momento para reflexionar sobre su significado y lo que nos puede
inspirar para lograr la ansiada paz con desarrollo que tanto
anhelamos todos los salvadoreños.
Los
que ahora vivimos fuera de nuestra patria nunca hubiésemos querido
dejar nuestro terruño, pero las circunstancia nos obligaron a esta
dolorosa decisión, y seguimos esperando que El Salvador logre ser un
país de prosperidad y paz, con oportunidades para todos, como se ha
prometido muchas veces los partidos politicos de nuestro país, pero
hasta ahora los únicos beneficiados son los de siempre, los que han
estado en el poder fuera y dentro del gobierno.
Queda
pues claro que los salvadoreños seguiremos esperando que esos
Acuerdos se cumplan y al final heredemos a las nuevas generaciones
en un ambiente de paz y tranquilidad. Anhelo que llegue ese día.
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