domingo, 15 de enero de 2017

Acuerdos de Paz vs retórica política y realidad en El Salvador

Por EBER HUEZO

Entendiendo la dialéctica como la técnica de la conversación o argumentación análoga de contrapuestos en las cosas o en los conceptos, así como la detección y superación de estos contrapuestos, pienso que en los políticos salvadoreños aún no han madurado lo suficiente para entender, dialogar y sacar conclusiones positivas para darle solución a los problemas económicos y sociales de nuestro país”.

Firma de los Acuerdos de Paz en Chapultepec.México . Foto tomada de Casa Presidencia de El Salvador.www.presidencia.gob.sv/el-salvador-celebra-el-16-de-enero-24-anos-de-los-acuerdos-de-paz/

Partiendo de una realidad en el contexto de los Acuerdos de Paz, un documento muy importante e histórico que legaliza la participación política de los diversos sectores  y el fin del conflicto armado entre las fuerzas beligerantes, así como reformas a las instituciones del estado, pienso que los problemas sociales originales siguen tan vigentes como a principios de los años 80s, con un poco de ajuste a la ya previsible violencia provocada por las pandillas.
   La extrema pobreza, aunque superada un poco por las divisas familiares que a diario se envían desde los Estados Unidos para convertirse en un respiradero que logra alimentar la economía del país, a un costo muy alto de sufrimiento, dolor y desintegración familiar de millares de compatriotas, que día a día emprenden el viaje de la muerte en su sueño de llegar a los Estados Unidos huyendo de la pobreza y la violencia en El Salvador.
   Seamos realistas, con los Acuerdos de Paz no se lograron los cambios sociales ansiados por la clase trabajadora, antes bien, los problemas se agudizaran con los proyectos de nación de los gobiernos de derecha al vender las instituciones del estado a empresas multinacionales para invertirlos en la reconstrucción, pero más adelante la corrupción rebasando el vaso con el enriquecimiento ilícito de algunos ex gobernantes de gobiernos de ARENA.
   Actualmente como lo mencionaba alguien “los políticos y los funcionarios públicos tratan de distraer la atención de los ciudadanos, sumergiéndose en discusiones bizantinas que nos alejan de la grave situación por la que pasa el país, y lamentablemente los medios de comunicación dan la impresión de ser parte de este juego político”.
   Los actores de la firma de los Acuerdos de Paz probablemente arengarán en sus discursos sobre los beneficios de los mismos, pues éstos fundamentalmente modificaron las instituciones tales como las Fuerzas Armadas, creación de la Policía Nacional Civil, modificaciones al sistema judicial y a la defensa de los Derechos Humanos, modificación en el sistema electoral y adopción de medidas en el campo económico y social.
   Las primeras de índole institucional fueron evidentes, pero no así aquéllas de carácter económico y social. Hace algunos años entrevisté a un alto funcionario del FMLN quien me explicó que: “Ellos como ex guerrilla habían luchado en las montañas contra la represión y para que el país fuera más incluyente, es decir, se permitiera la participación de las distintas fuerzas políticas, y que ahora en el gobierno, necesitaban tiempo para implementar un sistema socialmente justo”.
   Es probable que en esencia el FMLN no haya perdido la brújula de los cambios que se necesitan implementar en el país para combatir la extrema pobreza, pero hay que tomar en cuenta que en El Salvador no se produjo una revolución, sino un “acuerdo de paz” y ese acuerdo incluye a diversas corrientes de pensamiento -opuestos e irreconciliables- que deben respetarse.
   La libre empresa debe respetarse y estimularse, porque sin ella cualquier proyecto económico va al fracaso, pero también esta debe limitarse de excederse en sus funciones y tomar ventaja para tratar de influir en las funciones del gobierno. También hay que fortalecer la institucionalidad del país, porque son las instituciones las que garantizan la democracia. Entonces queda claro que el diálogo es una constante para llevar a cabo cualquier proyecto de nación exitosa.
   Y creo que aquí surge el problema por el cual en El Salvador no hayamos avanzado como quisiéramos; en realidad han habido intentos por constituir y llevar a cabo un proyecto de nación, pero desafortunadamente ni los Acuerdos de Paz intermediada por las Naciones Unidas a logrado que este proyecto cumpla todo su cometido para llevarlo a buen final que nos garantice la paz con justicia social.
   Por otro lado, los partidos políticos se suponen representan el pensamiento y la interpretación de la realidad de los distintos sectores; la realidad puede ser relativa, pero la verdad es absoluta. El Salvador no goza de paz por la violencia generada por las pandillas, que cada día deja luto y dolor en el país, prevalecen sectores excluidos de la riqueza que se genera, hay altos índices de desempleo y todos los días cientos de salvadoreños corren hacia el exterior en busca de oportunidades.
   Asimismo, el país sigue dependiendo de las remesas familiares para mantener a flote la economía, se ha hecho de la política un negocio y la corrupción parece no desaparecer en las instituciones.
Hay una lucha constante que tal parece es un país ingobernable, en donde las buenas ideas se desechan para hacer prevalecer aquellas que solo benefician a pequeños sectores privilegiados como siempre del país.
   Es en este ambiente es que hoy conmemoramos los 25 años de los Acuerdos de Paz, muchos incluyendo miembros del FMLN y dirigentes sindicales, políticos, religiosos y empresariales, que ven con escepticismo este acontecimiento que el gobierno celebra con mucha pompa, pero interiormente no están conformes como no lo estamos todos los salvadoreños honestos.
Si bien es cierto, algunos nos sentimos defraudados, y creo que es un buen momento para reflexionar sobre su significado y lo que nos puede inspirar para lograr la ansiada paz con desarrollo que tanto anhelamos todos los salvadoreños.
    Los que ahora vivimos fuera de nuestra patria nunca hubiésemos querido dejar nuestro terruño, pero las circunstancia nos obligaron a esta dolorosa decisión, y seguimos esperando que El Salvador logre ser un país de prosperidad y paz, con oportunidades para todos, como se ha prometido muchas veces los partidos politicos de nuestro país, pero hasta ahora los únicos beneficiados son los de siempre, los que han estado en el poder fuera y dentro del gobierno.
   Queda pues claro que los salvadoreños seguiremos esperando que esos Acuerdos se cumplan y al final heredemos a las nuevas generaciones en un ambiente de paz y tranquilidad. Anhelo que llegue ese día.


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