martes, 6 de junio de 2017

Hablemos del TPS y de los temores y argumentos de los gobiernos centroamericanos

EBER HUEZO

   Circulan rumores que el Permiso Temporal de Trabajo conocido como TPS podría ser anulado, una vez este venza en fechas distintas para nicaragüenses, salvadoreños y hondureños este año, y con ello, el temor de miles de personas beneficiarias del mismo a ser deportada.
   La semana pasada el Secretario de Seguridad Nacional John Kelly, envió fuertes señales de que los privilegios del TPS serían cancelados para cientos de miles de personas de Centroamérica y Haití.
   “El punto no es que el país (del que llegaron) se recuperará completamente de todos sus males”, dijo Kelly. “El punto es que, cualquiera que haya sido el evento que provocó que se concediera el TPS, ese evento ha concluido y ya pueden regresar” a sus países, fue la amenaza tácita del funcionario.
   De hecho, y tal como el alivio migratorio lo describe, es "temporal", y se ha venido renovando en los últimos 20 años gracias a la solidaridad de los distintos presidentes de los Estados Unidos que la han venido prorrogando ante los diversos problemas naturales, sociales y económicos de Centroamérica, que de alguna manera mejoraron año con año la economía de estos países, y así, dar la oportunidad para que crearan fuentes de trabajo que permitieran que nuestra gente no tuviese la necesidad de emigrar al exterior.
   Por otra parte, generar las condiciones viables para insertar a la fuerza de trabajo a nuestros compatriotas, teniendo en mente que su estancia legal en los Estados Unidos es de tipo "temporal y no permanente", permitiendo a la vez hacer planes a mediano plazo para que los posibles deportados tengan las herramientas necesarias para tener una fuente de trabajo.
   Como ya sabemos, las remesas familiares han logrado desde sus inicios el mantenimiento de una economía artificial entre los países centroamericanos especialmente en El Salvador, Honduras y Guatemala, cuyos gobiernos, lejos de generar fuentes de trabajo han permitido la proliferación de hábitos de consumo y la enajenación de muchos de sus habitantes al hacerles creer que viven un nivel de clase media sin ser productivos, sino dependientes de las remesas desde el exterior.
   En El Salvador específicamente las remesas familiares se han venido incrementando desde los años 90, tanto así que subieron a 108% equivalentes a las exportaciones totales del país, motivando al gobierno de esa época a adoptar una política monetaria sumamente relevante como la "dolarización".
   En un país donde las remesas forman el 13% del PIB como es el caso de El Salvador, las condiciones para llevar a cabo esta política fueron totalmente favorables, gracias a la constante entrada de dólares que ha permitido la política de cambio fijo, cosa que hubiera sido imposible sin un flujo anual de divisas.
    Así qué, un al alto al alivio migratorio TPS para los centroamericanos, traerá consecuencias graves en todo el sentido de la palabra porque por hoy está plagada de corrupción, delincuencia, la proliferación de las extorsiones, tráfico de drogas, desempleo, y lo peor, dependiente de la ayuda económica del exterior.
   Por supuesto los gobiernos de los países más afectados de Centroamérica tienen fuertes argumentos para seguir pidiendo una prórroga del TPS, ellos pueden argumentar que no están preparados para recibir el inminente retorno de millares compatriotas, pero   ¿Por cuales razones?
    Las mismas que mencioné anteriormente. Pero recordemos que el perfil del actual gobierno de los Estados Unidos no se inclina al populismo como lo adoptan los partidos tradicionales. Lo encabeza un hombre de negocios, un negociador, a quien no se le puede convencer por el lado humano, pero acostumbrado a obtener algo a cambio, tal como lo está demostrando en su política exterior, quizás por ese lado negociante se le pueda convencer.
   En este sentido mi recomendación para los gobiernos afectados es trabajar en un plan que les permita reforzar sus argumentos ante un gobierno estadounidense que parece ser inflexible, pero negociador, y como un plan B, desarrollar formas que permitan la seguridad de los expatriados para que no se conviertan víctimas de las extorsiones y crear un plan de corto plazo para insertarlos a la actividad económica de sus países.
  Hasta hoy son rumores y comentarios extraoficiales de funcionarios estadounidenses, nada se ha definido todavía, pero es recomendable estar preparados mentalmente y no preocuparse; primero, porque no nos mandan a las Islas Marías o Alcatraz, sino a nuestra tierra, donde están nuestros seres queridos; segundo, hacer desde ya un plan que nos permita ser generadores del cambio, confiando qué así como alumbra el sol en tierra estadounidense, también alumbra en la bendita tierra centroamericana.


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