sábado, 4 de febrero de 2017

La compasión hacia los inmigrantes, un hecho histórico incondicional que EE.UU. debe preservar

Por EBER HUEZO

A casi 400 años después que los primeros peregrinos llegaron a tierra americana allá por el año 1620 como refugiados que habían huido de la persecución y la violencia, muchos ciudadanos hoy en día no han olvidado que en la historia de los Estados Unidos, la compasión hacia los inmigrantes ha sido unos de los distintivos que les ha acompañado, reconociendo que ellos con su esfuerzo y trabajo han hecho de este país una nación grande que sobresale como potencia mundial.

El movimiento cristiano revivalista de las décadas de 1730 y 1740, conocido como «el Gran Despertar», alimentó el interés en temas como la religión y la libertad de culto y que posteriormente fueron plasmados en la Constitución sobre la libertad de expresión y que practicamene garantiza
que las personas se expresen libremente (sin temer las represalias del gobierno).
La libertad de expresión produce autonomía y libertad, permite la gobernabilidad así como la discusión abierta en temas de interés público entre los ciudadanos conduce a gobiernos más transparentes y representativos, a ideas más tolerantes y a sociedades más estables.

La historia ha demostrado que gobernar autoritariamente mediante prohibiciones no fomenta la democracia, todo lo contrario, coarta la libre expresión y atemoriza a la gente causando pánico masivo. Por eso los redactores de la Constitución de Estados Unidos reconocieron que cuando el gobierno impone medidas extremas sin tomar en cuenta a sus ciudadanos, éstos se ven forzados a tratar dichos temas en secreto, el cual, de alguna manera, contribuye a la desestabilización.
Al permitir que las personas manifiesten sus opiniones, sin importar el grado de desacuerdo que pueda tener entre el Gobierno y los ciudadanos, esto contribuye a promover la transparencia y la estabilidad social.

Estados Unidos protege el derecho a la libertad de religión a través de la Primera Enmienda de su Constitución, la cual estipula que “el Congreso no promulgará ninguna ley que se aboque a la adopción de una religión o que prohíba el libre ejercicio de la misma; o que coarte la libertad de expresión o de prensa, o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a solicitar al Gobierno la reparación de agravios”.

La Constitución de Estados Unidos protege incluso las manifestaciones más ofensivas y polémicas contra la represión del Gobierno, y permite la reglamentación de la libertad de expresión solo en ciertas circunstancias limitadas y específicas. El sistema estadounidense se basa en la idea de que el libre intercambio de ideas fomenta el entendimiento y la búsqueda de la verdad y permite refutar las falsedades.

En su discurso de Acción de Gracias en noviembre pasado, el ex presidente Obama dijo estas palabras: “Lo que hace que América sea América, es que ofrecemos esa oportunidad. Le ofrecemos la luz de la Estatua de la Libertad al mundo, y ampliamos nuestro círculo para decir que todos los hijos de Dios son dignos de nuestra compasión y cuidado. Eso es parte de lo que hace este país el mejor país del mundo”.

Lo anterior es una verdad irrefutable, si tomamos en cuenta que los primeros colonizadores de lo que es hoy los Estados Unidos profesaban la fe cristiana y que posteriormente adoptaron los legisladores para hacer leyes que garantizaran que el país conviviera con esos principios cristianos.

La compasión el diccionario lo define de la siguiente manera: "Sentimiento de ternura y lástima por las desgracias de los demás". Pero los principios cristianos define la compasión como un sentimiento que transforma y que lo lleva a accionar a favor de los necesitados. En otras palabras, la
verdadera compasión nos lleva a identificarnos con el dolor del prójimo, de tal manera que hacemos nuestra su condición o situación; nos colocamos en su lugar; eso nos motiva y nos provoca a actuar y a hacer lo que nos corresponde.

"Si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero ne les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?"Stgo.2:15-17.

"El que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? ... No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad" Juan 3:17-18

En ese sentido, es controvertido el hecho que el Presidente Donald Trump haya juramentado sobre dos biblias y a poco de una semana haya firmado una orden ejecutiva controversial contra los inmigrantes de siete naciones, y tenga la intención de deportar a millones de refugiados latinoamericanos que hemos venido huyendo de la violencia y del hambre.

Estoy de acuerdo que como Presidente del país tenga que tomar medidas para proteger a sus ciudadanos, pero no está bien que los justos paguen por los pecadores. Las leyes tienen que ser justas y no es justicia separar familias, no es justo negar refugio a los verdaderos desamparados y no es justo regirse por las actuales leyes de inmigración, cuando todos sabemos que necesitan reformarse para cumplir sus cometidos y ajustarse a la nueva realidad.

También estoy de acuerdo en que el Presidente Donald Trump tome medidas más estrictas para la entrada de inmigrantes de siete países cuya población profesa la religión musulmana, dada la incidencia de hechos terroristas que han dejado muerte y dolor en los Estados Unidos, pero generalizar cuando la gran mayoría de inmigrantes de esos países es gente buena que vino en busca de oportunidades al igual que todos los inmigrantes, no es correcto.

Creo que el Presidente Donald Trump tiene buenas intenciones de seguir haciendo de los Estados Unidos un gran país, pero tiene que recordar sus limitaciones y respetar los principios que han regido a esta nación.

Por otro lado, los países que integran las Naciones Unidas también deben ser solidarias con los refugiados y no esperar que solo los Estados Unidos cumpla sus obligaciones. Los gobiernos latinoamericanos y del mundo deben evitar en lo posible que la gente salga huyendo por causa del hambre y la violencia, porque esto solo demuestra su incapacidad para resolver sus problemas.


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